Destruido, pero no olvidado

Durante la Segunda Guerra Mundial, bombas alemanas y aliadas cayeron sobre muchos edificios de Europa.

En Viena (Austria), el Teatro de la Opera fue uno de los edificios que quedó casi totalmente destruido por las bombas. Éstas derrumbaron el techo, destrozaron el escenario y la platea e incendiaron el vestuario y los decorados. Sólo quedaron en pie los muros exteriores del edificio.

Después de la guerra, los vie-neses decidieron reconstruirlo, e hicieron un Teatro de la Ópera casi exactamente igual que el de antes de la guerra.

También muchas cosas de su interior tienen el mismo aspecto que antes. El interior del edificio, los palcos, etc., han sido pintados con los mismos colores de antes: rojo, dorado, y blanco. Con un escenario mayor, el vestíbulo y los pasillos más amplios y las butacas nuevas, no tiene capacidad para tantos espectadores como el primitivo. Pero, aun así, los vieneses pueden ver sus óperas favoritas en su Teatro de la Ópera favorito.

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