Los padres y el párvulo

Estos años pueden ser deliciosos para toda la familia. El niño ya ha pasado la edad en que su cuidado era una carga pesada para su madre. Y todavía no ha alcanzado la edad en que colegio y amigos lo apartarán de sus padres. Una familia se siente feliz (y ciertamente el niño también) cuando tiene tiempo disponible para disfrutar de estos años.
Son años de compañerismo, de paseos y excursiones. Años de experiencias compartidas en el hogar. A la edad pre-escolar los niños se sienten inclinados a trabajar con sus padres. Ayudando a su manera en la cocina, en las tareas de limpieza u otros trabajos domésticos, se sienten especialmente útiles.
Son años ideales para dedicarlos a conversaciones, cuentos y música. Es un momento idóneo para escuchar a los hijos y hablar con ellos. Preguntan tanto y sobre tantas cosas que dan a sus padres oportunidades sin fin para enseñarles y educarles. Su comportamiento motiva conversaciones sobre disciplina y escala de valores. Las enseñanzas deben repetirse una y otra vez. No logran comprender en seguida. Es necesario ser paciente. Un día u otro las palabras sensatas formarán parte del razonamiento de los hijos.
Son años de delicias compartidas y de maravillarse ante la encantadora e interminable variedad de nuestro mundo. Insectos, pernos y tuercas, conchas y automóviles, caparazones de caracol, hojas, el nacimiento de unos gatitos y el olor caliente y humeante de un tractor, todo es motivo de asombro infantil. Los padres e hijos afortunados disfrutan juntos de estas maravillas.

Pero un progenitor preparado sabe que, a esta edad, precisamente, los niños necesitan algo más que a sus padres. Son momentos adecuados para conocer a toda su familia: abuelos, tíos, tías y primos. También es útil buscarles amistades en la familia del médico de cabecera y del dentista. Asimismo conviene que conozca al bibliotecario de la biblioteca pública que esté más próxima a su casa.
También es muy importante que los niños tengan amigos de su edad. Su creciente sentido de pertenecer a una sociedad hace que los padres decidan su ingreso en un parvulario. Pero durante estos años hay muchas otras maneras de satisfacer la necesidad de compañía de los niños. Algunos padres reúnen grupos informales de niños turnándose en su vigilancia mientras ellos juegan. Otros invitan a comer a uno de sus amigos preferidos, o tal vez a una excursión corta, o, sencillamente, a jugar en casa.
En esta época determinada, los niños están en una edad indecisa: no dependen totalmente de los padres, pero tampoco son independientes. Dependencia e independencia se suceden tal vez en pocos minutos. Es muy fácil sobreestimarlos y esperar demasiado de ellos. Y también es muy fácil subestimarlos y proporcionarles pocos esfuerzos físicos y pocos estímulos sociales e intelectuales. La manera de no equivocarse es estar atento a la conducta del niño y averiguar cómo se siente por su comportamiento. A veces se sentirá mayor y atrevido, otras se sentirá como un bebé y los padres deberían disfrutar de ambas facetas.

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