Cuando Juan estuvo en edad de trabajar, comenzó en una imprenta, de lo que se sentía muy orgulloso.
Apenas compuso su primera frase, sacó una prueba y la llevó muy ufano a su jefe, el cual, después de ajustarse los lentes, leyó lo que sigue:
“El dieu be nnos qocos”.
Juan, a pesar de este comienzo poco brillante, no perdió su empleo porque era la primera vez que veía una imprenta.
Fíjate en la página siguiente y comprenderás cuán fácil es confundir una letra con otra.
Para imprimir, el tipógrafo se vale de pequeños bloques de plomo en cuyo extremo superior están reproducidas, en relieve e invertidas, todas las letras. Esos pequeños bloques se llaman “tipos”.
Cuando se imprime, se pasa un rodillo entintado sobre los tipos y a continuación se coloca encima de éstos una hoja de papel. Entonces, la letra, que en el tipo está al revés, queda reproducida en forma correcta.
Imagínate, pues, lo fácil que es confundir una letra con otra. Y sobre todo la p con la q, la d con la ó y la u con la n.
La frase que Juan quiso componer era la siguiente: “El bien de unos pocos”.