Una de las cosas más importantes que jamás se hayan inventado es ¡la nada!
Pero ¿cómo puede la nada ser importante?
¿Y cómo puede inventarse? Para comprenderlo, hemos de volver al ábaco.
Compongamos el número 105 en un ábaco: subamos una cuenta de la columna de las centenas, ninguna de la de las decenas, y cinco cuentas de la columna de las unidades.
Así representaríamos este mismo número en cifras egipcias y romanas:
En nuestro sistema, el orden en que están situados los números es muy importante. Los números 105 y 501 no son iguales. Esto se debe a que en los números el lugar tiene un valor. Pero en los sistemas egipcio y romano, el lugar carecía de valor: las cifras podían estar en cualquier orden.
Nosotros recibimos nuestro sistema numérico de los árabes, quienes lo recibieron a su vez de los hindúes. Estos últimos tenían al principio un sistema numérico muy parecido a otros primitivos. Empleaban muchas cifras, una para cada uno de los diez primeros números, y otras para el 20, 60, 80, 100, etcétera.
Pero hace unos mil quinientos años, los hindúes se desprendieron de todos menos de los nueve primeros. E inventaron una nueva cifra para representar un alambre vacío en el ábaco. A esta cifra la llamaron sunya o “vacío”. Y con sólo nueve cifras y la sunya pudieron escribir cualquier número.
Los árabes adoptaron este nuevo símbolo y lo introdujeron en Europa. Nosotros lo llamamos cero, y lo escribimos 0. Nuestra palabra cero proviene del árabe sifr, que significa “vacío”.
La invención de la cifra 0, que se representaría mediante un alambre vacío en el ábaco, fue muy importante. En un sistema numérico donde el lugar tiene valor, el 0 funciona ocupando un lugar. En el 105, el cero mantiene al 1 en el lugar de la centena. Y esto nos facilita la aritmética escrita.