A veces me doy un golpe en alguna parte de mi cuerpo. El golpe comprime un músculo contra un hueso, y se rompen pequeñas venas y arterias. Me sale una moradura.
Una moradura es como un corte, pero al revés. Cuando me corto, la sangre mana de la herida. De una moradura no sale sangre, sino que ésta se queda por debajo de la piel. La sangre transparenta a través de la piel con un tono azul oscuro o negro.
La moradura cambia de color mientras se está curando. A veces cambia a púrpura, luego a naranja y luego a amarillo. Cada color es menos intenso que el anterior. Esto quiere decir que la sangre vuelve al interior del cuerpo. El músculo amoratado se está curando.
En una ocasión me quemé la mano con la plancha de mi madre. El sitio donde me quemé se hinchó. Tenía una ampolla. Una ampolla es como una bol-sita que se forma en las capas de mi piel. La capa que está más arriba se separa de las otras, y el espacio que queda se llena de líquido. La capa superior impide que penetren gérmenes en la bolsita. Entonces, las células empiezan a trabajar para curarme igual que cuando me corto. El líquido vuelve al interior del cuerpo y la ampolla se seca.