Si apoyo un dedo en el cristal de una ventana, al retirarlo puedo ver la huella que ha dejado allí. No hay nadie que tenga las huellas dactilares iguales que las mías. Y las huellas de mis pies también son diferentes de las de cualquier otra persona.
Si miro las puntas de mis dedos, veo muchos pequeños surcos. Estos surcos forman dibujos de lazos y círculos. Cada dedo es diferente de los demás. Yo tengo diez dedos y diez huellas dactilares diferentes.
Debe de haber personas que tengan huellas dactilares muy parecidas a las mías. Pero no serán nunca exactamente iguales.
Millones de niños tienen millones de huellas dactilares y de huellas de los pies. Pero las señales que hacen mis manos y mis pies son sólo mías.