Después de estudiar y jugar toda la mañana tengo mucho apetito. La comida es muy buena. Pero, por muy rico que sea un alimento, mi cuerpo no lo puede utilizar sin transformarlo antes. Esta transformación recibe el nombre de digestión. La parte más importante de la digestión tiene lugar dentro de mi cuerpo, en el intestino delgado. Pero hay transformaciones que ocurren nada más poner el alimento en mi boca.
Mis dientes cortan el alimento y lo mastican hasta que se convierte en muchísimas partículas pequeñas. Mi lengua las mezcla con la saliva. El alimento se moja y es fácil de tragar. Entonces, mi lengua lo empuja hasta la parte trasera de mi boca.
Una vez me lo he tragado, sigue su camino por el interior de mi cuerpo. No tengo que pensar en digerir la comida. Mi cuerpo transforma los alimentos y los emplea para hacerme crecer, para mantenerse caliente y para funcionar bien.