Un día mi madre me dejó sostener a mi hermanito pequeño. Yo le pregunté: “¿Por qué es tan blando?”
Mi madre me respondió: “Una razón de que lo encuentres blando es que sus huesos no son tan duros como los tuyos. Los niños, al nacer, tienen muy pocos huesos duros. Los huesos de su esqueleto se componen sobre todo de cartílago. Pero las células óseas trabajan sin descanso, y por ello sus huesos crecen y se endurecen muy deprisa. Tus huesos son más largos y duros que los del niño. Los huesos seguirán creciendo y se endurecerán hasta tus veinte años.
Una vez el médico me hizo una radiografía de la muñeca. Quería ver cómo crecían mis huesos. Yo le pregunté cómo era posible que mediante una foto de mis huesos pudiera saber qué le pasaba a mi esqueleto.
El médico me respondió: “Tu muñeca tiene ocho huesos. Pero no todos crecen a la vez. Los huesos de la muñeca de algunos niños crecen más deprisa o más despacio que los de otros niños. Pero los huesos de la muñeca crecen a un mismo ritmo en todos los niños sanos. Si los huesos de tu muñeca salen bien en la radiografía, quiere decir que el resto de los huesos de tu cuerpo también están bien.”