Mi cara no cambia mucho. Sólo se vuelve un poco más grande a medida que voy creciendo. Pero de todas formas, siempre es mi cara.
Mis huellas dactilares nunca cambian.
Las células que forman mi cuerpo cambian. Pero las células nuevas siempre son iguales a las viejas.
Sin embargo, hay algo en mí que cambia de día en día y de hora en hora. Son mis sentimientos. Yo puedo ser feliz, estar triste, excitado, quieto, enfadado, ser cariñoso o tímido, mostrar valor o tener miedo. Durante un momento parezco una persona mayor. Y al momento siguiente yo me sorprendo de lo crío que soy.
Es sorprendente cómo cambian mis sentimientos. Demuestro cómo me siento riendo, llorando, sonriendo, temblando, haciendo ruido o estando quieto, por la expresión de mi cara, por el sonido de mi voz o por mi manera de andar.
Pero sean cuales fueren mis sentimientos y la forma de demostrarlos, yo siempre soy yo mismo.
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