Un recién nacido es algo muy pequeño en relación con el cambio que representa en las vidas de sus padres. El recién nacido es algo muy suave, muy dulce y un motivo de orgullo. Pero también representa biberones a las dos de la madrugada, salpullidos y pañales siempre mojados. El primer diente, la primera fiebre, el primer paso, la primera caída: todas estas cosas son parte del niño que acaba de nacer. Pero también son parte del desafío que todo padre acepta, el desafío que representa ocuparse de un adorable e indefenso cuerpecito, de guiarlo mientras va creciendo y de ayudarle a convertirse en un ser humano fuerte e independiente que en su día también aceptará el mismo desafío.
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