La liebre se alababa en cierta ocasión, delante de los demás animales, de su incansable velocidad en la carrera.
—Nadie me ha derrotado jamás —decía— cuando echo a correr con todas mis fuerzas. Desafío al que quiera probarlo.
—Acepto el desafío —dijo la tortuga tranquilamente.
—¡Ah, pues tiene gracia! —dijo la liebre—. Soy capaz de danzar a tu alrededor durante el camino.
—No te jactes de nada hasta ser vencedora —dijo la tortuga.
Se fijaron las condiciones en que debía efectuarse la carrera y comenzó la prueba. La liebre desapareció, pero se detuvo pronto y, despreciando a la tortuga, se tumbó a descansar.
La tortuga avanzó, sin prisa. Cuando la liebre despertó, vio a la tortuga tan cerca de la meta que ya no pünt) alcanzarla.
La constanciápfrience todas las dificultades.
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Hola puedo saber ¿el nombre del autor del arte? gracias