Estás en una caverna y todo a tu alrededor está oscuro.
Hay humedad en el aire, rezuma el agua de las paredes.
Los murciélagos revolotean sobre tu cabeza y en el suelo corretean algunas alimañas.
Da miedo estar en una caverna.
Pero, llénate de valor y enciende una vela.
Verás sombras monstruosas en las paredes.
Largas lanzas de piedra que cuelgan del techo, aguas sin fondo a unos pasos de ti y un negro agujero por donde la caverna se prolonga hacia el interior de la montaña.
Algunas cavernas son tan grandes que en su interior cabe una casa.
Tienen galerías subterráneas, unas anchas y largas como el túnel de un tren y otras tan pequeñas que no puedes ni arrastrarte por ellas.
Muchas cavernas tienen ríos en su interior o los han tenido. En el curso de los años, los ríos subterráneos formaron las salas, excavaron las galerías e hicieron las cavernas.