Las naves espaciales que llevan a los hombres a la Luna se parten en seis trozos durante el viaje de ida y vuelta, pero los cosmonautas no sufren ningún apuro.
El cohete que se eleva hacia la Luna está formado por tres bloques. Cada bloque lleva depósitos de combustible y motores de cohetes. Cuando un bloque ha consumido todo su combustible, se desprende de la nave espacial y se enciende el siguiente. El tercer bloque se desprende después de haber logrado hacer salir la nave de la órbita de atracción de la Tierra y haberla encaminado hacia la Luna.
A la órbita lunar llegan tres partes: el módulo de servicio dotado de un motor muy potente, el módulo de mando o cápsula donde están los astronautas y el módulo lunar. Dos de los astronautas pasan del módulo de mando al módulo lunar y descienden a la superficie de la Luna. Mientras hacen sus exploraciones, el tercer astronauta sigue dando vueltas a la Luna en el módulo de mando unido al módulo de servicio. Cuando los astronautas abandonan la Luna, se reúnen con su compañero en órbita, pasando del módulo lunar al módulo de mando. Después de esto, el módulo lunar se desprende.
Los dos trozos restantes se encaminan a la Tierra. Antes de llegar a la atmósfera terrestre, se desprende el módulo de servicio y poco después los tres astronautas caen al océano encerrados en el módulo de mando, que es el único que queda del gran cohete que emprendió el viaje.
La nave espacial que lleva a los astronautas a la Luna
está formada por seis bloques. Los tres grandes no llegan a la Luna.
Los dos siguientes dan vueltas a su alrededor.
Pero sólo el módulo lunar se posa en la Luna.
Estos dos bloques son los que emprenden el viaje de regreso a la Tierra. Pero sólo el módulo de mando se posa en el océano.