Dientes y garras

 

El sol brilla sobre los cactus y matas de artemisa de un desierto de Norteamérica. Un tejón está muy ocupado excavando un hoyo.

Un coyote pasa por allí. Ve al tejón y se relame los labios con su lengua larga y rosada. El coyote está planeando comerse al tejón para cenar.

El tejón trata de huir. Pero el coyote se lanza sobre él y lo atrapa. El tejón gruñe, enseñando sus afilados dientes. Se vuelve contra el coyote y lo araña con sus garras.

El coyote retrocede. Es mucho mayor que el tejón, pero no le gustan nada los dientes y las garras que tiene. Al fin, decide marcharse en busca de una cena más fácil. El tejón ha salvado su vida luchando.

El tejón es un buen luchador. Pero otros animales que parecen inofensivos también luchan para evitar que se los coman. Las cebras, las jirafas y los ciervos golpean al enemigo con sus pezuñas, duras y afiladas, y pueden hacerle heridas profundas. El aparentemente inofensivo avestruz se defiende también a golpes. El golpe de una de sus grandes patas puede romper el lomo de una hiena. Cuando el gigantesco oso hormiguero está en peligro, se levanta sobre sus patas traseras y lucha con las afiladísimas garras de sus patas delanteras.

Todo animal usa sus armas cuando lucha por su vida.

Coyote y tejón

El coyote quisiera comerse el tejón, pero le teme.

El tejón es buen luchador y sabe defenderse.

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JG

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