Los anfibios tienen la sangre fría. Sus cuerpos están calientes o fríos según el aire que los rodea. Cuando llega el frío del invierno, el cuerpo del anfibio se enfría.
Los anfibios tratan de calentarse. Las ranas y sapos se refugian en agujeros muy hondos que encuentran o excavan ellos mismos. Ciertas clases de lagartijas y salamandras se esconden debajo de troncos, piedras o montones de hojas. Algunas salamandras y ranas se encierran en el barro del fondo del lago o río donde viven.
Cuando hace mucho frío, las ranas, sapos y salamandras se quedan quietos en sus escondrijos. Sus cuerpos se enfrían y no pueden moverse. Su respiración se hace lenta, su corazón casi deja de latir. En este estado los anfibios pasan largos días y noches de invierno.
Si sus escondrijos no les preservan del mucho frío, sus cuerpos se enfrían demasiado y se mueren.
Cuando llega la primavera, los anfibios comienzan a calentarse. Poco a poco salen de sus escondrijos y empiezan otra vez su vida normal.