El más peligroso enemigo

Las plantas y animales tienen un enemigo más peligroso que todos los demás; no es la enfermedad, ni el fuego, ni la contaminación. Es el hombre.

El hombre es el único ser vivo que ha causado la extinción de otros seres vivos. El dodó, el alca gigante y la paloma viajera —cazados y muertos por el hombre— se han ido del mundo para siempre. Por causa del hombre, otros muchos animales están a punto de desaparecer. Si no se protegen, también ellos se irán pronto del mundo para siempre.

En el Reino Verde suceden las mismas cosas. Las plantas necesitan una tierra en la que crecer. Pero la gente necesita carreteras, casas, fábricas, minas, almacenes y aparcamientos. Así, los árboles se arrancan y la tierra se limpia y se pavimenta. Poco a poco, los grandes bosques, los marjales costeros y las grandes y onduladas praderas van desapareciendo.

Necesitamos las cosas que pueden construirse en la tierra o que pueden obtenerse de ella. Pero si cambiamos demasiado el aspecto del paisaje podemos destruir el equilibrio de la Naturaleza. Si esto sucediera, el mismo hombre estaría en peligro de extinción. También los hombres necesitan la belleza natural del paisaje sano.

¿Qué debemos hacer? ¿Cómo resolver este problema? ¿Cómo podemos obtener de la tierra todo cuanto necesitamos y conservarla, a la vez, tal como está? Por una parte, la respuesta es sencilla: conservar parte del paisaje y servirse del resto. Pero ¿qué parte del paisaje debemos conservar y qué parte debemos usar? Los hombres de los Gobiernos, de la industria y algunos grupos privados están intentando dar una respuesta a esta pregunta tan difícil.