Los cajeros de las tiendas de ultramarinos, grandes almacenes, gasolineras y otros establecimientos, usan una máquina de sumar que se llama registradora. El vendedor pulsa los botones de la registradora para ir sumando el importe de lo que compre el cliente. En un pequeño recuadro situado en la parte superior de la máquina, queda marcado el importe total de la compra efectuada por el cliente. Y este importe se registra en una cinta de papel, dentro de la máquina. A veces, los empleados de oficina tienen que sumar muchas cantidades; para ahorrar tiempo, disponen de máquinas de sumar o de otras calculadoras que suman, restan, multiplican y dividen cantidades automáticamente.
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