¿Por qué tiene el día veinticuatro horas?
De hecho, nuestro día tiene veinticuatro horas porque eran las que tenía el día de los egipcios. Ellos inventaron el día de veinticuatro horas hace mucho tiempo, y así ha seguido.
¿Y por qué escogieron los antiguos egipcios veinticuatro horas para formar su día? En realidad, ellos no concebían el día como veinticuatro horas, sino como dos períodos de doce horas; doce horas de día y doce de noche. ¿Y por qué doce? Bien, veamos. Dividieron el día en diez horas, y luego añadieron dos más, una para el anochecer y otra para el alba, lo que sumaba doce horas en total. Asignaron el mismo número de horas a la noche, para igualarlos.
Claro que los egipcios, que tenían un
lenguaje diferente al nuestro, no usaban la palabra horas, sino una que se pronunciaba más o menos así: “uin u uit”.
“Uin u uit” significaba “los deberes del sacerdote”, ya que anunciar la hora era una de las muchas tareas o deberes de los sacerdotes egipcios. Estos señalaban las horas del día por medio de relojes que medían la sombra proyectada por el Sol. Y marcaban las horas de la noche observando la salida de ciertas estrellas por el horizonte oriental. Según iban apareciendo esas estrellas, comenzaba una nueva hora, o “uin u uit”. Los antiguos egipcios, al igual que los romanos, empezaban y acababan su día a medianoche, como en la mayoría de lugares se hace ahora. Los babilonios y los griegos comenzaban su día a la salida del Sol. Y los antiguos judíos, al ocaso.