Sólo sé que, como todos los niños, lloraba, comía, dormía y destrozaba cuanto caía en mis manos.
Cuando empecé a andar y a hablar, mi mundo se amplió. Jugaba con otros niños, conocía al lechero y al cartero.
Un día mi madre me llevó a la escuela, y allí me hice amigo de muchos niños como yo.
Cada día descubro nuevas cosas que me gustan.
Mi mundo está lleno de gente y de cosas que me llenan de admiración. Yo observo todo lo que me rodea. Me intriga todo lo que hay a mi alrededor. Me parece que mi mundo es como un círculo, y que yo soy el centro de mi mundo. Cada día aprendo algo nuevo. Y cada día el círculo que me rodea es un poco más grande.
Nadie tiene un mundo exactamente igual que el mío, porque no hay nadie que vea con mis ojos, oiga con mis oídos o emplee mis sentidos del gusto o el tacto. Yo quiero saber más cosas acerca de mí y de mi mundo. No quiero perderme nada. Cuando empleo mis cinco sentidos para comprender lo que ocurre a mi alrededor, mi mundo se ensancha. Yo quiero un mundo muy grande.
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