A medida que voy creciendo, mi cuerpo va cambiando. Cambia por dentro, de modo que yo no puedo ver los cambios. Pero también cambia por fuera, y entonces sí que puedo ver lo que me ocurre.
Dentro de mi cuerpo las células crecen y se dividen, de modo que soy más grande tanto por fuera como por dentro. En el interior de mi cuerpo las células se renuevan sin descanso para reemplazar a las que mueren.
En mi cuerpo siempre hay algo nuevo. Mi cabello es más largo cada día. Las uñas de mis dedos crecen también. Se me caen los dientes de leche, y su lugar es ocupado por otros dientes nuevos.
Ya antes de nacer tenía dientes ocultos en mis encías. No se podían ver. Cuando tenía seis meses empezó a salirme el primer diente. Cuando llegué a los tres años ya tenía veinte dientes.
A los seis años empezaron a caerse mis dientes de leche, uno tras otro, y dejaron espacio para que pudieran crecer mis dientes de persona mayor. Los dientes nuevos al principio parecían muy grandes, pero luego mis mandíbulas también crecieron, de modo que hubo espacio suficiente en mi boca para todos mis dientes de persona mayor.
En mi cuerpo hay siempre algo nuevo. Yo cambio sin descanso.
Mis dientes crecen