Cuando miras por el microscopio, un cabello se convierte en un grueso bastón, una gota de agua se transforma en un lago rebosante de animales y plantas.
Los microscopios nos permiten observar un mundo tan pequeño que no podríamos verlo a simple vista. Los objetos muy pequeños aumentan de tamaño y los vemos tan cerca que casi podríamos decir de qué están hechos. El microscopio aumenta los objetos porque es un instrumento que dispone de un conjunto de lentes de aumento. El microscopio está formado por un tubo, un soporte y un espejo. El soporte tiene un agujero debajo mismo del tubo y encima del espejo. Si se quiere observar las venas de un ala de mosca, se pone esa ala en una pieza de cristal, larga y lisa, que se llama portaobjetos. Se cubre el ala con otra pieza de cristal. Después se coloca el portaobjetos en el soporte para que el ala de la mosca quede debajo del tubo y encima del agujero. Se mueve después el espejo hasta proyectar la luz justo en el ala de la mosca. Dentro del tubo hay cuatro lentes, colocadas una encima de la otra. La primera lente aumenta la imagen del ala, la segunda lente aumenta la imagen de la primera, y así ocurre sucesivamente con la tercera y cuarta. Al pasar por las cuatro lentes, la imagen va aumentando hasta que llega a tu ojo. Por esto, si miras a través del microscopio, podrás ver las diminutas venas del ala de la mosca nítidas y tan gruesas que te parecerán las ramas de un árbol. |
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