Se me ha sentado un ángel en el manubrio.
Me acarician las alas del ángel rubio.
Estaba muy cansado de volar siempre;
por eso me ha pedido que lo pasee.
La gente por la calle mira y se ríe
de la monja contenta y el ángel triste.
Hermano viento, ayuda nuestra carrera:
queremos ir al cielo en bicicleta.
María Elena Walsh