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Puedes pintar cuadros con prácticamente cualquier cosa que deje señales sobre el papel.
Con un pincel
Ten al alcance de la mano un recipiente con agua siempre que pintes con colores de gouache o a la acuarela. Te servirá para limpiar el pincel cuando cambies de color.
También puedes utilizar agua para hacer el color más claro. Cuanta más agua tengas en el pincel, más claro será el color.
Con un cepillo de dientes viejo
Las cerdas del cepillo de dientes son más rígidas que las del pincel. Así, los cuadros que pintes con un cepillo de dientes mostrarán claramente las pinceladas.
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Con una esponja
Puedes pintar cuadros utilizando una esponja. Imprégnala en una sustancia colorante húmeda y toca ligeramente con ella el papel. Observa que las marcas de la esponja son diferentes de las que deja el pincel. Ahora, prueba apretando la esponja contra el papel. Luego trata de frotar con ella y, por último, intenta retorcerla mientras la aprietas.
Con un trapo viejo
Puedes pintar con un trozo de harpillera o de toalla vieja en la misma forma indicada para la esponja. Pero las marcas del trapo serán diferentes de las de ésta.
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