Imagínate que eres detenido y encerrado en la cárcel simplemente por ir vestido de determinado color.
Podía ocurrir esto en tiempos pasados, cuando mandaban los reyes y emperadores.
En la antigua Roma, sólo los miembros de la familia imperial usaban ropajes de color púrpura o dorados.
En China, sólo el emperador tenía derecho a vestir de amarillo. Y en Francia, hace mucho tiempo, sólo las princesas podían llevar un vestido escarlata. Cuando una persona llevaba vestidos de estos colores “reales”, era lo mismo que si ostentara una señal que dijera:
“Soy el rey”, o “Soy el emperador”, o “Soy una princesa”.
Utilizar un color especial resultaba más significativo que llevar una insignia.