Hace mucho tiempo, si hubieras sido un caballero y hubieras lanzado uno de tus guantes al suelo delante de otro caballero, este gesto habría significado: “Te desafío a un duelo”.
El guante era de cuero, muy grueso y pesado, y estaba cubierto casi siempre de piezas de acero. Aquel gesto dio origen a la expresión: “lanzar el guante”.
Si el otro caballero lo recogía del suelo era como si dijera: “Acepto el reto”.
Hoy, parece que hacemos exactamente lo contrario: en lugar de “lanzar el guante”, nos “calzamos los guantes” para una pelea… siempre que los guantes sean de boxeo.