¿Recuerdas el cuento de los tres cerditos? El lobo que figura en él no era muy inteligente. De haber sido un hombre, no hubiera perdido tanto tiempo. Hubiera mirado las tres casas, una de paja, otra de madera y otra de ladrillos, y hubiera sabido que no podía derribar esta última.
Cuando vemos una casa, u otra construcción, hecha con materiales como ladrillos, piedra, acero o cemento sabemos sólo con mirar, sin necesidad de ninguna clase de explicación, que el edificio es firme y no se cae con un soplo.
Tampoco tenemos necesidad de examinar la paja para comprender que no se puede hacer con ella una casa sólida. Claro que, pensándolo bien, los dos primeros cerditos no eran mucho más inteligentes que el lobo, ¿verdad?