Medir el tiempo con las estrellas

En la más remota antigüedad, los hombres pasaban la mayor parte del tiempo en el exterior, así que estaban acostumbrados a mirar de noche las estrellas. Y sabían que se movían.

Dado que las estrellas siempre seguían el mismo camino y volvían a su lugar de origen, la gente comenzó a reconocer las estaciones por la situación de las estrellas. Cuando, en primavera, aparecía baja en el cielo una estrella determinada, se sabía que era el momento de arar los campos. Cuando esa estrella llegaba a otra parte del cielo, era el tiempo de sembrar. Más tarde, la posición de otra estrella anunciaba que era el tiempo de cosechar.

En realidad, las estrellas no se mueven.

Parece que se mueven porque la Tierra gira.

En efecto, lleva a cabo una rotación alrededor del Sol, y tarda un año en completarla. Así pues, ciertas estrellas se ven en distintos puntos según sea invierno o verano.

Cuando los hombres se acostumbraron a observar la aparición de cierta estrella, empezaron a pensar en el tiempo que transcurría entre cada aparición como si fuera lo que llamamos un año. Esto significaba que, según de la estrella que se tratara, el año empezaba en tiempos diferentes para los habitantes de las diversas partes del mundo.

Los antiguos egipcios comenzaban su año mediado julio, cuando aparecía la estrella que llamaban Sothis. Los judíos siempre han empezado el año en el otoño. Cuando los pioneros llegaron a América, celebraron el Año Nuevo el 25 de marzo. Pero hoy, en casi todo el mundo se inicia el año el 1 de enero.

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