Pies y dedos, manos y brazos

En una colina, junto a la entrada de una cueva, una mujer se afanaba en su trabajo. Llevaba un vestido hecho con pieles de animales y collares de cuentas, conchas marinas y dientes de animales. La cueva era su hogar.

La mujer tenía sobre las rodillas varias pieles de animales. Las pieles habían sido limpiadas cuidadosamente y secadas después al sol.

Estaba uniéndolas con una aguja de hueso y con “hilo”, que era en realidad finas tiras de cuero. Cuando acabase su costura, las pieles serían una chaqueta para su hijo.

Para saber qué tamaño debía tener la chaqueta, usó su mano para medir al chico y las pieles. Lo primero que hizo fue comprobar cuántas veces sus manos extendidas daban la vuelta al pecho y a la espalda del chico. Después, y una vez medidas las pieles de la misma manera, las cortó a la medida con un

cuchillo de piedra afilado. Pronto tendría su hijo una hermosa chaqueta de mucho abrigo para el invierno que ya se acercaba.

Probablemente la gente empezase a medir las cosas antes de aprender a contar. De hecho, puede que la necesidad de medir ayudase a inventar el cálculo, ya que, cuando se mide algo, se han de usar números.

Las gentes de hace mucho tiempo no disponían de reglas, como nosotros. No medían las cosas en centímetros. En su lugar usaban partes del cuerpo como unidades.

Medían algo comprobando cuántas manos de ancho era o cuántos dedos de grueso. Otra unidad de medida era la longitud del antebrazo, desde el codo hasta la yema del dedo corazón. También el pie constituía una unidad de medida, desde el talón hasta el dedo gordo.

Nosotros aún usamos las manos como unidad de medida para saber la altura de los caballos.

Y en los países de habla inglesa se sigue empleando una unidad de medida llamada pie.

0 0 votos
Puntaje
Suscríbete
Notificación de
guest

0 Comentarios
Comentarios interlineados
Ver todos los comentarios
0
Me encantaría conocer tu opinión, por favor, comenta.x