Cuando la humanidad empezó a cultivar la tierra y por primera vez obtuvo cosechas, tuvo que llevar el cereal desde el campo hasta el lugar donde había de almacenarse. Pronto aprendió que se podían llevar dos cargas fácilmente, colgando una carga a cada extremo de una vara que se apoyaba, cruzada, sobre los hombros. Si las cargas eran más o menos iguales, la vara se equilibraba, lo cual inspiró
un instrumento para pesar las cosas: la balanza.
Una de las razones que indujeron a los egipcios a pesar el oro fue prevenir los engaños. Sólo el faraón y algunos nobles podían poseer oro. Cuando el faraón quería un anillo o un collar, se sacaba oro del tesoro real y se le entregaba a los joyeros.
Pero siempre había un riesgo. Los orfebres podían intentar quedarse con un poco de oro en vez de usarlo todo para labrar la joya. Por esta razón, antes de entregar el oro a aquellos artesanos se pesaba siempre en la balanza. El oro se ponía en uno de los platillos, y en el otro se colocaba una o más pesas pequeñas en forma de animales, hasta que los platillos estaban equilibrados. Y una vez la joya estaba terminada, se volvía a pesar.
Después de algún tiempo, se le ocurrió a alguien hacer unas piececitas de oro o plata con su peso grabado en ellas. Y estas pesas fueron el principio del dinero, las primeras monedas. Por esta razón, en algunos casos recibieron nombres que, al principio, eran también unidades de peso.
El shekel (sido) era una unidad de peso en Babilonia. También era el nombre de una antigua moneda de plata hebrea. Hoy, en algunos países,“shekel” se usa en lenguaje familiar para designar el dinero. La unidad monetaria de Grecia es la dracma, que originariamente era una unidad de peso. El nombre dracma significa “puñado”. En Gran Bretaña, la unidad monetaria básica es la libra. Tomó este nombre porque, en un tiempo, valía el número de peniques que se hacían de una libra de plata. En muchos países de América Latina, la moneda se denomina peso, y en España se emplea su diminutivo: peseta.