Pies, yardas, millas

Hasta ahora nos hemos referido a las pesas y medidas que se emplearon en los comienzos de la historia y en civilizaciones antiguas, como Egipto, Babilonia o el pueblo hebreo. Pero ¿cómo resolvieron ese problema otros pueblos del pasado, más directamente relacionados con el mundo occidental en el que vivimos?

Los griegos también utilizaron medidas basadas en las partes del cuerpo humano: así, los dáctilos equivalían al supuesto grosor de un dedo, y los cóndilos a la longitud de la falange de un dedo. Para calcular distancias largas adoptaron el estadio, de unos 200 metros, que coincidía con el recorrido que debían cubrir los atletas en los juegos olímpicos. Ya sabes,-pues, de dónde procede la palabra estadio.

Como en la antigüedad no existían billetes

de banco, las monedas debían representar necesariamente su valor en un metal determinado (oro, plata, cobre); de ahí que en Grecia las mismas palabras designaran una medida de peso y una moneda, desde el talento hasta el modesto óbolo, pasando por la mina, el stater o la dracma.

En la antigua Roma este sistema se mantuvo con arreglo a criterios parecidos, y cuando cayó el Imperio Romano y se formaron las nacionalidades europeas, reinaba en ellas la más absoluta anarquía en materia de pesas y medidas. En la época feudal, los señores se atribuían un derecho según el cual podían establecer su propio sistema en sus dominios. Así, por ejemplo, una medida de superficie bastante corriente —aunque de valor desigual de una región a otra— era la extensión que podía arar una yunta de bueyes en un día o jornada: de ahí procede la palabra jornal.

A medida que el poder de los señores feudales declinaba, se fortalecía el de los reyes y las relaciones económicas se tornaban más complejas. Como consecuencia de ello, se fue imponiendo la necesidad de acabar con tanto desorden y adoptar medidas patrón.

Un rey inglés, Eduardo I, estableció unos patrones para que todos se atuvieran a ellos: por ejemplo, la yarda, de 36 pulgadas, era una barra de hierro que se conservaba debidamente custodiada.

Sin duda, el cine, la televisión y tus lecturas te habrán familiarizado con la pulgada, el pie, la yarda y la milla (derivados de medidas romanas), y sabrás que ingleses y norteamericanos adquieren los líquidos por pintas y galones, y que sus unidades de peso son la onza y la libra (nombre, además, de la moneda nacional de Gran Bretaña).

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