A veces los oídos necesitan ayuda

En habitaciones silenciosas puedo oír todos los sonidos por débiles que sean: el tictac del reloj, la respiración de mi hermanita cuando duerme.

En los lugares ruidosos tengo que escuchar con atención para entender a la gente. A veces pongo una mano en mi oreja para formar una especie de pabellón y oír mejor los sonidos. Mi oído es bueno y, sin embargo, a veces tengo que usar las manos para ayudar a mis orejas.

Mi amigo Juan no oye tan bien como yo. Sus oídos necesitan ayuda constantemente. Lleva un aparato para oír mejor. Puedo ver un botón en su oreja, del cual parte un cable que va a parar a una cajita que siempre lleva consigo. La cajita recoge los sonidos y los hace más fuertes, los amplifica. Los sonidos van por el cable hasta el botón y entonces entran en el túnel del oído externo de Juan.

Hay personas que llevan aparatos para oír mejor que no se advierten a primera vista. Mi prima usa unas “gafas para oír” que llevan el aparato disimulado en las varillas. Algunos aparatos son tan pequeños que se meten directamente en la oreja, sin cajas o cables que se puedan ver.

En realidad, todos los aparatos para oír mejor son pequeños teléfonos, porque recogen los sonidos y los llevan directamente a los oídos.

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