¡Qué bien! Tenemos helado de postre. ¡ Uf! Primero he de comerme la sopa.
Yo sé lo que me gusta y lo que me desagrada porque puedo saborear la comida. Mi lengua pasea cada bocado por toda mi boca. Yo saboreo mis alimentos mientras están en contacto con mi lengua.
La punta, los lados y la parte posterior de mi lengua están cubiertos de una especie de granitos. A los lados de algunos de estos granitos se abren los orificios de mis papilas gustativas. Dentro de las papilas gustativas hay nervios que envían mensajes a mi cerebro. Mi cerebro me dice qué estoy saboreando.
Los nervios de mis labios, de mi lengua, de mis dientes y de mi boca también me ayudan a saber qué como. Envían mensajes a mi cerebro para decirle si lo que como está frío o quema, si es duro o blando, si es áspero o suave.
Mis alimentos tienen mejor gusto cuando los puedo oler. La comida no me parece tan buena cuando estoy resfriado. Y la comida también tiene mejor gusto cuando la puedo ver.