Mi piel es suave. Yo la rasco y la froto una y otra vez. A veces mi piel se magulla o se corta. Pero siempre vuelve a crecer.
En la piel hay motas de color. Ellas son la causa de que mi piel sea negra, parda, roja, amarilla, blanca o pecosa.
El color de la piel me protege del sol. Las motas de color dificultan el paso de los rayos solares.
Mi piel hace bastante más que cubrir mi cuerpo. Según los casos, sirve para refrescarlo o para darle calor.
En mi piel hay unos agujeritos llamados poros. Cuando la temperatura es elevada, salen por ellos gotas de sudor y a medida que éste se seca me siento más fresco.
Cuando tengo frío, mis poros se cierran y por ellos no sale ni una gota de sudor. Cuando tengo frío, tiemblo. El temblor hace que mi cuerpo se caliente. Lo producen unos pequeños músculos que mueven mi piel.
Si me coge frío de repente, esos pequeños músculos se ponen rígidos. Casi podría decir que mi piel se encoge. Cuando esto ocurre, los cabellos de mi cuerpo se ponen tiesos y sus folículos pilosos forman pequeñas ampollas bajo la piel. Entonces digo que se me ha puesto la carne de gallina.