El aire me ayuda a hablar
Mi voz sale de una caja que se llama laringe. La laringe se halla en medio de mi garganta. En ella hay unos músculos muy pequeños que se llaman cuerdas vocales.
El aire que sale de mis pulmones hace que se muevan mis cuerdas vocales. Cuando se mueven con rapidez, producen los sonidos. Puedo hacerme una idea de todo esto si lleno de aire un globo, y entonces aprieto su cuello. Cuando dejo que el aire pase por el cuello éste se mueve y emite un sonido.
Yo podía emitir sonidos desde que nací. El aire que salía de mis pulmones movía mis cuerdas vocales cuando yo reía o lloraba. La gente entendía el significado de estos sonidos. Pero yo no podía hablar.
A medida que fui creciendo me di cuenta de que podía usar mi nariz, mis labios, mis dientes y mi lengua para formar diversas clases de sonidos. Yo decía ma, da y ee. Empecé a copiar los sonidos que emitían las personas que estaban a mi alrededor. Puse juntos los sonidos para formar palabras como mamá, papá o tuyo.
Al crecer aprendía palabras cada vez más difíciles: peseta, abuela, sorpresa o chimpancé. Ahora soy capaz de pronunciar palabras como espectáculo, atrabiliario o astronauta.