Me gusta viajar con mi familia. Voy al garaje con mi padre. El mecánico revisa el coche para que no se nos estropee.
Volvemos a casa, y allí ayudo a mi madre a hacer la maleta con todas las cosas que yo necesitaré. Entonces ya estamos listos.
Mientras vamos por la carretera miro los mapas. Los países parecen pequeños en los mapas, pero la verdad es que las carreteras son muy largas entre una ciudad y otra. Yo veo puentes, túneles, lagos, ríos, granjas, bosques y fábricas, y me doy cuenta de lo grande que es el mundo.
Cuando viajamos nunca sé qué voy a ver al salir de la próxima curva. Tal vez un monito disfrazado. O un grupo de excursionistas. Un camión cargado de corderos. Y gente, sobre todo mucha gente.
Hay veces que dormimos en un hotel. En otras ocasiones pernoctamos en casa de algún amigo. Cada mañana, antes de reemprender el viaje, me aseguro de que no me dejo nada.
Me gusta viajar, pero cuando estamos ya cerca de casa me pregunto qué aspecto tendrá mi hogar y cómo me recibirán mis amigos. Siempre encuentro bonita mi casa. Mis amigos gritan al verme: “¡Ven a jugar!”