Mi perrito se va a dormir cuando quiere.
Yo me tengo que ir a la cama temprano.
Mi perrito no va a la escuela. Y siempre recogemos las cosas con que juega.
Yo tengo que recoger mis cosas. Y he de ir a la escuela cada día.
¡Hay veces que me gustaría ser perro!
Si yo fuera perro, me iría a dormir cuando quisiera, jugaría todo el día en la calle y no iría nunca a la escuela.
Pero entonces recuerdo que el perrito que tenemos en casa tampoco puede hacer todo lo que quiere.
Los perros no deben comerse las zapatillas de papá, aunque tengan ganas de hacerlo.
Los perros no deben entrar huesos en el comedor, por mucho que les gusten.
Los perros no deben meterse en la cama, aunque les venga en gana. Y en casa los perros deben comer en la cocina.
Mi perrito “debe hacer” ciertas cosas. Yo también “debo hacer” ciertas cosas. Y, además, pasa lo mismo con mi padre y con mi madre.
Mi padre “debe ir” a trabajar, incluso si no tiene ganas. Y “debe estar” en el trabajo a la misma hora cada día.
Mi madre “debe cuidar” de la casa, aunque no le guste. Hace la comida cada día y a la misma hora.
Parece que todos “debemos hacer” alguna cosa.
“¿Tengo que hacerlo?” Sí.
