Todo mi cuerpo habla

Cada día, de un modo u otro, empleo los brazos y las manos, la cabeza u otras partes de mi cuerpo para expresarme.

Cuando un niño duerme me pongo un dedo en la boca. Esto quiere decir: “¡Silencio, por favor!”

En la escuela levanto mi mano para pedir turno para hablar.

Cuando voy en bicicleta, estiro el brazo para indicar a las personas que van por la acera o que circulan en coche que voy a girar.

De cuando en cuando me siento tímido. Me resulta difícil responder a las preguntas. Pero puedo decir “sí” o “no” con mi cabeza. Si encojo los hombros, quiero decir “no lo sé”.

A veces me gusta estar quieto. Esto también puede tener su significado.

Por todo esto digo que todo mi cuerpo habla.

Hablar, escuchar, observar

Yo hablo de muchas maneras. Casi siempre hablo con palabras. Pero a veces hablo con sonidos que no forman palabras. Y a veces lo que hago habla por mí.

No tan sólo oigo, también escucho. Mi cerebro decide lo que voy a decir. Y a veces mis ojos me ayudan a comprender el mensaje.

Hablar, escuchar y observar son tres modos de aprender cosas de mi mundo y de la gente que vive en él.

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