Voy a ver al médico cuando estoy sano para seguir estándolo. Del mismo modo, voy al dentista para asegurarme de que mis dientes están bien.
Me siento en una silla especial para niños y niñas que sube y baja.
El dentista emplea unas herramientas muy pequeñas cuando trabaja en mi boca. Una de estas herramientas es un espejito con mango. El dentista puede ver los lados de mis dientes con el espejito. Toca cada diente con una especie de martillo que él llama explorador. Mira si mis dientes están cariados. Las caries son pequeños agujeros, causados por gérmenes. Las caries deben ser empastadas.
El dentista busca algo más que caries. Cuenta mis dientes para ver si tengo los que corresponden a mi edad. Se asegura de que mis mandíbulas sostienen los dientes de la forma adecuada. Y se fija en si mis dientes crecen rectos o desviados.
Si alguno de mis dientes crece torcido, probablemente el dentista considere que hay que ponerme grapas. Las grapas son unos aros de metal sostenidos por delgados alambres. El dentista va apretando los alambres hasta que los dientes quedan rectos.
El dentista me explicó que hay gérmenes, llamados bacterias, que viven en los dientes. Las bacterias son responsables de las caries. Una vez me tuvieron que empastar una muela.
En primer lugar el dentista hace servir el torno. El torno consiste en una ruedecita muy pequeña colocada en la punta de una especie de lápiz. El dentista colocó el torno en la parte cariada de mi muela. El tomo gira muy deprisa y en poco rato limpia la muela.
Entonces el dentista hizo como un cemento. Es el empaste. Lo colocó en el agujero que me hizo con el tomo, lo aplanó bien para que llenara por completo la cavidad y después retiró lo que sobraba. Luego el cemento se endureció, y mi muela quedó como nueva.
En una ocasión el dentista me arrancó un diente de leche. Mi diente de persona mayor quería salir, pero el de leche no quería dejar su lugar.
El dentista puso un líquido alrededor del diente que me tenía que extirpar. Primero noté una sensación extraña, pero luego ya no sentí nada. El dentista arrancó mi diente de leche sin hacerme el menor daño. Ahora tengo un diente muy hermoso en el sitio donde estuvo el diente de leche.
Procuro cuidar mis dientes. Los que tengo son para toda la vida.