Un niño de 5 a 8 años siempre dice exactamente lo que siente y lo que piensa. En seguida informa a sus padres de alegrías, penas y enfermedades. Alardea de sus triunfos y proclama en voz alta sus temores y miedos.
Es optimista. Ríe fácilmente. Está lleno de ideas y preguntas. Sin embargo es capaz de abstraerse y reflexionar.
En la escuela resulta poco complicado emocionalmente y tiene una mentalidad enormemente abierta. Para el niño son años cruciales, probablemente los más importantes de toda su educación. Las personas adultas, en casa y en la escuela, deberían asegurarle un buen principio.
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