De los cinco a los ocho años la mayoría de los niños son enérgicos, abiertos y de carácter fácil. Quizás este es el motivo por el que padres y profesores disfrutan de su compañía. Algunos padres, frustrados y disgustados por sus malas relaciones con otros hijos mayores, buscan la compañía de estos niños más fáciles de manejar. Muchas veces estos padres no se dan cuenta de que esos años sirven de fundamento para un comportamiento adecuado en la preadolescencia y en la adolescencia. A continuación se dan algunas sugerencias útiles para preparar el difícil camino de la adolescencia.
Hay que tener confianza en las habilidades del niño. Si los padres confían en él, el niño se sentirá más capaz de aprender y no se desanimará pensando en metas imposibles de alcanzar.
Conviene hacer énfasis en las cosas que el niño es capaz de hacer, y sin dar excesiva importancia a sus éxitos, especialmente los del colegio. No hace falta decirle que debe ser el primero. Los padres deben limitarse a decirle que utilice al máximo todas sus posibilidades.
Tampoco hay que recompensar a los niños por sus buenas notas. Esto les hará pensar que sus éxitos siempre serán recompensados. Si no parece que el niño está trabajando tal como debe y puede, es conveniente que sus padres discutan la cuestión con su maestra. Ella quizás podrá aconsejarles sobre la mejor manera de abordar el problema y ayudar al niño.
A esta edad el niño todavía disfrutará mucho con los cuentos que sus padres le lean. Es un modo ideal de entablar una relación calurosa y
cordial que en el futuro se mantendrá con más facilidad gracias a estas lecturas.
Para que exista una verdadera comunicación entre padres e hijos, los padres deben escuchar atentamente a sus hijos. Hay que escuchar al niño aunque las cosas que está diciendo parezcan inoportunas y de poca importancia.
Para desarrollar en los niños el sentido de la responsabilidad conviene asignarle tareas domésticas; por ejemplo, secar platos, ocuparse de las basuras, hacer su cama, limpiar su habitación. Cuando se comporte como un muchacho responsable hay que elogiarle a seguir por este camino. Un comportamiento responsable incluye hechos normales de la vida cotidiana tales como levantarse por la mañana cuando le llaman para llegar puntualmente a la escuela o volver directamente a casa después de las clases sin entretenerse por el camino.
El niño necesita la posibilidad de elegir sus propias actividades. No hay que obligarle a tomar lecciones de baile o música solamente porque sus compañeros las toman. Por encima de todo es preciso despertar su personalidad y características individuales.
La mejor manera de cooperar con el niño para que triunfe es aceptarlo como es e inspirar sus iniciativas personales. ¿Y qué es lo que desean la mayoría de los niños? Generalmente desean tener atractivo personal, una tarea interesante y ser respetados. Es una meta humana y universal, y con posibilidades de que sea alcanzada gracias a la estrecha colaboración entre la escuela y el hogar.
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