El aire es tan sofocante que apenas se puede respirar.
El cielo se ha puesto verdoso.
Empieza a soplar el viento y caen las primeras gotas.
Poco a poco el viento sopla más fuerte, hasta hacerse huracanado, y la lluvia se abate con furia sobre calles y tejados.
Es el huracán.
El viento se lleva los techos de las casas,
derriba los árboles,
rompe las ventanas,
aplasta los barcos contra el acantilado.
El huracán es como un gigantesco torbellino con un vacío en medio, que se llama ojo. Cuando el ojo del huracán pasa sobre ti,
el viento cesa, para de llover y el cielo se aclara.
Pero al poco rato,
el viento empieza a soplar
en dirección contraria,
vuelve a llover otra vez,
y se repiten las escenas de momentos antes.
Es la otra parte del huracán
que nos azota con su furia.