Si nadie le ha enseñado a nacer ni a crecer,
¿Cómo sabrá la pobre semilla si ha de ser rosa, Jacinto, dalia, margarita o clavel?
Esto parece un cuento y no obstante, ya ves:
Tú plantas las semillas, las riegas, y al nacer no se equivocan nunca.
¡Son lo que deben ser!
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