El vigía de un barco ballenero gritó: «¡Ballena a la vista!» Había divisado una ballena y alertaba a la tripulación para que se dispusiera a capturarla. Su grito hizo vibrar el aire situado junto a su boca y las vibraciones se dispersaron en todas direcciones. El viento soplaba con fuerza y las olas agitaban la embarcación, de modo que su grito no llegó a oídos de los marineros y la ballena huyó sin ser capturada. La vez siguiente, tan pronto como el vigía avistó una ballena, tomó un objeto de forma cónica llamado megáfono, lo apuntó hacia la tripulación y, apoyándolo en su boca por la parte más estrecha, gritó: «¡Ballena a la vista!» Esta vez las vibraciones no se dispersaron en todas direcciones porque el megáfono las había dirigido directamente hacia donde estaba la tripulación. Los marineros oyeron el grito con toda claridad: «¡Ballena a la vista!», y la capturaron. | |
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