En algunos sitios de las montañas en los que hay gargantas rocosas, si te ríes o gritas, el sonido produce un eco. Parece como si la montaña gritara también a cada grito tuyo. Esto es el eco.
Imagínate que cada ¡ah! de un grito tuyo es una pequeña explosión de aire. A cada ¡ah!, el aire que hay alrededor de tu boca vibra, y las ondas sonoras parten desde donde tú estás y se dispersan en todas direcciones. Al llegar a la pared rocosa, chocan contra ella y rebotan una y otra vez, hasta que parece que toda la montaña está gritando.
Las paredes de la montaña deben ser lisas y duras, porque si fueran blandas o estuvieran cubiertas de árboles, no se oiría ningún eco.