Cambios en vez de dinero

No tenía dinero, pero tenía una concha de caracol, que cambié por una pluma de ganso. Cambié después mi pluma de ganso por una canica rota. Pero la canica no rodaba bien; así que la di a cambio de un soldado de plomo sin cabeza. Pero un soldadito sin cabeza no puede ver, por eso lo cambié por una pelota de ping-pong. La pelota estaba rota y no saltaba; por eso la cambié por medio huevo duro. Pero yo no tenía hambre; así que decidí cambiar el huevo por una navaja. La navaja tenía la hoja oxidada y por eso me deshice de ella a cambio de una peonza.

Lo que yo quería era precisamente una peonza: de este modo, la obtuve sin gastar un céntimo.

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