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A lo mejor, la pelota que haces botar ha sido antes un viejo neumático. Los traperos recogen los neumáticos viejos y gastados, y estos neumáticos son comprados después por comerciantes, los cuales los vuelven a vender a las fábricas de caucho. En estas fábricas, una máquina especial desmenuza el neumático en trocitos pequeños. Los operarios mezclan los trocitos de neumático con unos productos químicos que disuelven el caucho y lo convierten en una masa espesa. La masa de caucho es lavada en un tanque de agua. A continuación, una prensa la comprime, hace salir el agua de ella y la plancha hasta dejarla convertida en hojas lisas de caucho. La fábrica de caucho vende estas hojas a las fábricas de juguetes para confeccionar pelotas, por ejemplo, o a fábricas de zapatos, en las que se hacen suelas y tacones. |
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