Hermoso cielo, donde las nubes y las aves viven, crecen y pasan, con sus vuelos suaves.
Hermosa tierra nuestra, de vastos horizontes que por el mar se pierden o detienen los montes.
¡Oh, cielo de las lluvias y de los vendavales!
¡Oh, tierra de los anchos y dorados trigales!
¡Oh, tierra de los hombres! ¡Cielo de las estrellas! (Si el cielo las enciende, el hombre vive de ellas.)
Cielo del sol y el agua. Tierra nuestra del pan. Entre ambos mis amores repartidos están.
¡Vendo nubes de colores: las redondas, coloradas, para endulzar los calores!
¡Vendo los cirros morados y rosas, las alboradas, los crepúsculos dorados!
¡El amarillo lucero, cogido a la verde rama del celeste duraznero!
¡Vendo la nieve, la llama y el canto del pregonero!
Rafael Alberti