Yo puedo pensar y recordar porque tengo cerebro. Puedo aprender a leer y a escribir porque tengo cerebro. Puedo resolver problemas porque tengo cerebro. Y además, sé qué me dicen mis sentidos porque tengo cerebro.
Dentro de mi cuerpo hay millares de nervios. Los nervios son como los cables del teléfono. Mi cuerpo los usa para enviar mensajes a mi cerebro.
Los nervios de mi boca, de mis ojos, de mis oídos y de mi nariz envían mensajes a mi cerebro. Mi cerebro los selecciona y me dice qué significan.
Si alguien me pisa o si me doy un golpe en el codo, los nervios de mi cuerpo llevan el mensaje a mi cerebro. A su vez, mi cerebro envía mensajes al pie o al codo. Casi sin darme cuenta hago lo que me dicen los mensajes. Brinco y muevo el pie. Me toco el codo.
Los mensajes entre el cerebro y el resto de mi cuerpo circulan por la medula espinal. Mi medula espinal está dentro de mi columna vertebral. Puedo notar los huesos de mi columna vertebral en el centro de mi espalda.
Los mensajes entre mi cerebro y el resto de mi cuerpo van muy rápidos. Pueden ir arriba y abajo entre mi cerebro y mis pies más de treinta veces en un segundo.
Dentro de mi cabeza distintas zonas de mi cerebro reciben mensajes diferentes