Yo no tengo que pensar en nada.
Mi cerebro está siempre ocupado cuidando de mí, incluso cuando yo no me doy cuenta de ello. Mis pulmones aspiran el aire limpio y expulsan el aire usado. Mi corazón hace circular mi sangre por todo mi cuerpo. Mi estómago y mis intestinos digieren los alimentos incluso cuando estoy dormido. Mi cerebro no para de enviar mensajes a través de mis nervios para que se lleven a cabo todas esas acciones.
Cuando mi cuerpo necesita expulsar los productos de desecho, los nervios de mi vejiga urinaria y de mi recto envían mensajes al cerebro. El cerebro me avisa de esos mensajes.
Cuando estoy enfermo, a veces vomito. Mi cerebro les dice lo que han de hacer a los nervios de mi estómago y de mi pecho, y los alimentos que se hallan en el estómago vuelven atrás por el esófago y me salen por la boca. Tengo mal sabor de boca después de vomitar porque junto con los alimentos iban mezclados jugos gástricos.
Mi cerebro me dice cuándo tengo sueño. Cuando estoy dormido envía mensajes a mis músculos para que no me caiga de la^ cama. Cuando ya he dormido lo suficiente, mi cerebro me avisa para que despierte.
