No paro de preguntar, preguntar y preguntar. Me paso todo el día haciendo preguntas. Mi padre dice que soy “una máquina de preguntar”.
Me pregunto cómo sabe mi perro que ya he vuelto a casa de la escuela antes incluso de que abra la puerta.
A veces hago preguntas acerca de las personas. ¿Por qué hay niños que son zurdos?
También hago preguntas acerca de mí mismo.
Quisiera saber por qué bostezo.
Me pregunto… si en mi boca entran tanto aire como alimentos: ¿cómo sabe mi cuerpo hacia dónde enviar cada cosa?
Me pregunto por qué tengo hipo.
Me pregunto por qué no duele cortarse el cabello y las uñas.
Me pregunto por qué me da un calambre si recibo un golpe en el codo.
Vivo en un mundo de preguntas. Y aún me quedan muchas preguntas por hacer.
Yo puedo hacerme preguntas porque tengo cerebro, porque pienso.